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Traducir, el arte de interpretar

Traducir, el arte de interpretar

Miércoles 30 de octubre 2024

Cuando leemos un texto que ha sido traducido, hacemos un acto de fe. No comprendemos el idioma original ni conocemos el texto en su versión inicial; sin embargo, damos por sentado que el escrito que leemos es, en cierta forma, “el original”. Porque cuando un traductor triunfa en su labor, su trabajo se vuelve invisible: su voz desaparece sin dejar huellas, y solo leemos al autor de la obra.

Esta labor es, sin duda, una obra de arte, ya que traducir no es simplemente verter palabra por palabra, párrafo por párrafo, en un ejercicio semántico. Es, más bien, replicar la sensibilidad, la intención y la esencia del texto y del autor en un nuevo idioma. Implica enfatizar en el lugar preciso, adaptar términos que quizás hoy han quedado en el olvido al lenguaje vivo, sin perder el hilo y la intención del texto.

De esta manera, no basta con ser un buen técnico erudito en una u otra lengua; es necesario ir mucho más allá. Antes de comenzar el proceso de traducción, el traductor debe leer y releer el texto para empaparse de este, conocer al autor, su cultura y empatizar con él. Traducir es, entonces, un gran desafío, ya que a veces el lenguaje del nuevo idioma no basta, no alcanza, porque no hay una palabra exacta que equivalga a la original. Es el caso de la palabra Saudade: ¿Cómo traducirla del portugués al español? Quizás se acerque a la nostalgia por algo o por alguien, pero no es suficiente. Una palabra como Saudade, que ha inspirado grandes canciones del Fado y muchas obras literarias, representa un desafío en sí. Lo mismo ocurre con la palabra japonesa Kokoro: podríamos decir que significa solo “corazón” o “espíritu”, pero tampoco basta; esta palabra va más allá: “es nuestro yo más intimo: allí donde se funden el corazón, el alma y la mente”(Hanakotoba, pág 102).

Por eso para mi, la traducción es más bien una interpretación. Es como cuando un pianista interpreta a Beethoven; al tocar, no puede deslizarse sobre las teclas, como en una pieza de Debussy, sino que debe dar carácter a las notas, definirlas y tocar con fuerza para evocar el carácter alemán del compositor. De igual modo, cuando asistimos a la ópera vemos la interpretación contemporánea de Lady Macbeth de Mtsensk (estrenada originalmente en 1936) representada con escenografía y vestuario minimalistas, observamos que, a pesar de esto, la pieza no se pierde su irreverencia frente al orden político, social y los conflictos humanos se mantienen fieles a la esencia de la obra original. En ambos casos, cuando el pianista o el director logran “invisibilizarse” solo persiste la idea y los sentimientos del creador, su arte ha sido sublime.

Los invito, en sus próximas lecturas, a sopesar y disfrutar de las interpretaciones y buenas traducciones, no pasar por alto ese hilo invisible. Hay un entramado invisible que permite que nosotros podamos disfrutar de obras del pasado o acceder a autores de idiomas desconocidos y debemos aprender a valorarlo.

Los invito a leer este verso del poema L'Aviva, Éditions NBJ (Montreal,1985) en su idioma original francés y en sus traducciones al español según dos metodologías: La traducción según la aproximación nula (El sentido tal cual) y la traducción según la aproximación interactiva responsable (El sentido reinvéntalo) y a escoger su favorito.

Macarena Fernández

Librera Librabooks

Foto de portada: <<Lost in translation>> Ella Frances Sandres, Editorial Libros del Zorro Rojo. 

Foto 2 y 3: <<Y de repente estoy aquí rehaciendo el mundo>> Nicole Brossard, Editorial Incorpore, pag 45 y 39.