El encanto de las iglesias chilotas parece radicar en el magnetismo que ejercen sus formas y texturas, hermanadas con la naturaleza. Pero es la madera el factor de identidad: armazón y vestidura de esas construcciones que se erizan en el archipiélago como faros resplandecientes de la fe. Mientras los fieles isleños se expresan con oraciones y cánticos, los templos dejan hablar la madera para que exponga la historia local, el compromiso de las familias y los diálogos con el paisaje. Anclada en la realidad, la madera tiene la palabra.