Mediante retazos de infancia y juventud, María Moreno traza en Contramarcha el mapa personal o como ella señala: "la novela de mis lecturas". Un pasado en el porteño barrio de Once, donde la abuela gira el dial con lentitud exasperante, el tango aparecía como música de fondo y el radioteatro como la primera incursión en los mecanismos de la narración.
Relata también la eleccón del seudónimo literario -"más se es quien se dice ser cuantos más son los que nos llaman"- y reflexiona sobre la dualidad de la firma. Su posterior ingreso en las redacciones de diversos medios escritos, la omnipresencia de la política y las luchas feministas.
Como en sus aclamados libros anteriores, en Contramarcha la escritura de María Moreno emerge viva, deambula sin complejos y con plena libertad por el ensayo, la crónica y la autobiografía, lo que la ha transformado en una de las voces más audaces de las letras hispanoamericanas actuales.