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Narrar en otra lengua: el arte de traducir historias al cine

Miércoles 9 de julio de 2025

Escribir un guion basado en un libro es mucho más que trasladar palabras de un formato a otro. Como señala Robert McKee, autor de El Guion (Story), la verdadera tarea del guionista es captar la esencia profunda de la narrativa original para construir una historia nueva en otro lenguaje: el cinematográfico. Para ello, el guionista debe comprender a fondo qué quiere contar y, a partir de ahí, seleccionar, reinterpretar y destacar los elementos del libro que realmente aportan valor a la historia.

Un caso emblemático es el de Stanley Kubrick y el guion de El resplandor, que escribió junto a Diane Johnson. Allí dejó claro que el trabajo del guionista no consiste en copiar un texto, sino en tomarlo como base para contar algo propio. Mientras Stephen King profundizó en el conflicto interno y el deterioro psicológico desde una perspectiva literaria, Kubrick optó por resaltar la atmósfera, la tensión visual y un miedo arraigado, expresado mediante imágenes cinematográficas impactantes. En este proceso, el guionista no solo selecciona lo útil, sino que interpreta y transforma lo que considera esencial para transmitir de forma efectiva la emoción central de la historia. Este enfoque provocó una de las polémicas más conocidas entre escritor y director, sobre la que aún se sigue escribiendo.

Otro ejemplo es Los dos papas, un libro periodístico de Anthony McCarten que, al ser llevado al cine, se transformó en un drama intenso sobre dos formas opuestas de ver el mundo. McCarten, también guionista del filme, no utilizó su material documental para reproducir los hechos al pie de la letra, sino para ahondar en los conflictos personales y filosóficos de los protagonistas. Convirtió conversaciones reales en diálogos cargados de tensión emocional y humana. Su propósito no fue adaptar el libro literalmente, sino usarlo como inspiración para explorar conflictos profundos que inviten a la reflexión.

Según McKee, el verdadero arte del guionista reside en saber distinguir lo esencial de una historia, eliminar lo secundario o débil desde el punto de vista narrativo, y potenciar aquello que permita al público conectar emocionalmente con los personajes y sus conflictos. Más que adaptar, se trata de interpretar, descubrir y, en muchos casos, revelar aspectos nuevos y más profundos del relato original.

El guionista actúa, en definitiva, como un lector sensible capaz de reconocer qué elementos pueden trasladarse con eficacia a la pantalla. Debe identificar qué partes del texto original se adaptan mejor al lenguaje visual y narrativo del cine, y cuáles conviene reformular o dejar fuera. El resultado no es una copia del libro, sino una obra autónoma que logra conmover y resonar con una audiencia completamente distinta.

Este proceso de selección, interpretación y transformación es, precisamente, el corazón del trabajo del guionista, y lo que Robert McKee considera indispensable para toda narrativa cinematográfica poderosa. Escribir guiones a partir de libros es, más que una adaptación, una invitación constante a reinventar creativamente.


Ignacio Maldonado

Creador de Onda Cine

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