Cuando visitamos un museo, es un hecho casi natural pararnos frente a un cuadro, grabado o fotografía y mirarlo durante minutos. Sepamos o no de arte, todos asumimos frente a una obra visual el rol de interrogador, pues sabemos que la imagen observada contiene una historia que quiere ser transmitida. Sin embargo, cuando el soporte de la imagen cambia del museo al libro, creemos que es una forma utilizada para agilizar la lectura, deteniéndonos poco o nada en ella.
Este prejuicio sobre el contenido visual en los libros es bastante popular, y al mismo tiempo entendible, porque a pocos nos enseñan que las imágenes constituyen un lenguaje en sí, la gran mayoría cree que la lectura se limita exclusivamente a las palabras. Incluso si queremos indagar en la lectura de la imagen en libros, la literatura sobre esto es escasa, ya que el estudio de esta se aborda principalmente desde la pintura y la fotografía. Todo esto anuncia un problema mayor, porque cuando nos enfrentamos por ejemplo a un libro álbum o novela gráfica, desconocemos que la imagen tiene real relevancia y no tenemos herramientas que nos guíen en las primeras lecturas de ella.
Si queremos enfrentarnos a libros que mezclan textos con imágenes y disfrutar su lectura a cabalidad, debemos cambiar nuestro paradigma como lector, aceptando que los dibujos que vemos en los libros en muchos casos forman parte del relato, entregando datos que son omitidos en el texto, pero vitales para la comprensión de la historia. Entonces surge la primera pregunta, ¿Qué es la imagen? Existen muchas acepciones para la palabra, mi favorita es representación, es decir, como la mirada intencionada por parte del autor se plasma en un soporte visual. Esto, porque de manera implícita, se acepta la idea de que el autor nos quiere transmitir una idea en específico por medio de la imagen, su forma de ver algo.
Una vez que tenemos integrado mas o menos lo que es una imagen y su relevancia, debemos enfrentarnos a la página del libro del mismo modo que lo haríamos a un lienzo en un museo, dispuestos a mirar una y otra vez. Nuestra primera lectura de la imagen es una revelación instantánea, una lectura primitiva de una primera capa de información, como lo comenta Adriana Valdés en <<Redefinir lo humano>>. Esa primera lectura es un acercamiento a la imagen, una especie de saludo para cambiar nuestra actitud hacia ella, cambiar el chip del ver al observar, es decir, de percibir algo mediante la vista a examinar atentamente la imagen. Este cambio puede sonar abrumador, pero a medida que leas más y más imágenes se hará automático.
Debemos entender que la imagen encierra mucha información y no toda será de completo acceso para nosotros, ya que al igual que cuando miras un cuadro, nunca manejarás la totalidad de códigos del artista para comprender todo el mensaje, pero si descubrirás que el libro esta lleno de regalos escondidos y la lectura se convertirá en algo más complejo e interesante.
Un tip que te puedo compartir para leer imágenes en libros, es uno que escuche de la ilustradora chilena Francisca Meneses, quien comentó que cuando lee una novela gráfica realiza dos lecturas, la primera lectura debe ser rápida para tener una idea sobre que trata el libro y una segunda lectura que es detenida, en la que interroga viñeta por viñeta.
Espero te animes a tomar algunos minutos para observar esos cómics o libros ilustrados que están en tu casa o librería y te des cuenta que tienes todo un mundo por descubrir y tienes toda una vida para aprender como leer más detalles en ellos.